domingo, 16 de enero de 2011

El éxito: una necesidad no satisfecha

(Dedicado al profesor Patricio Iserte)

Antonio Pérez Villegas (14.1.2011)

Ciertamente, la necesidad de éxito tiene su máxima expresión en la juventud. Todos los jóvenes aspiran a ser famosos, ricos y felices. Al menos, eso es lo que sienten gran cantidad de jóvenes en este siglo XXI en este planeta. Allí están ellas y ellos queriendo ser como Shakira (cantante), Valentino Rossi (motociclista), Serena Williams (tenista), Pastor Maldonado (automovilista), Pablo Coelho (escritor), Ernesto Savater (filosofo), Juan Pablo II (religioso) y muchos otros.

Ahora bien, ¿esa necesidad está satisfecha cómo los jóvenes lo desean? Pues, NO. Las razones son muchas, que en parte se pueden agrupar en dos dimensiones. Una, la dimensión conceptual, esto es qué entienden los jóvenes por éxito. Y la otra, la dimensión socio cultural porque el éxito es un proceso complejo en el cual intervienen a su vez realidades como la familia, los amigos, las oportunidades para el éxito y la educación.

Entre las concepciones que los jóvenes suelen tener sobre el éxito se encuentran, en esencia, el concebir que éste es tener mucho dinero para adquirir ropa, comida, viajes y diversiones con sus amigos. Que el éxito es un proceso fácil, que no exige tiempo ni esfuerzo alguno o que el éxito tiene que ver con la belleza o fuerza física.

Con respecto a la complejidad, las sociedades occidentales y orientales se han encargado de instaurar una serie de valores que limitan la consecución del éxito personal y social. Una cultura contra el éxito o a favor del éxito fácil es lo que predomina en las mentes de las generaciones más jóvenes en el mundo.

Sin embargo, qué es lo cierto en la concepción sobre el éxito. Este término ha de comprenderse como un valor por el logro bien merecido. Y frente a ello la sociedad deberá movilizarse. Estas dos consideraciones implican que la sociedad tendría que proteger a la familia, la educación y el trabajo. A la vez dentro de la familia: la salud, la vivienda y la religión. Bajo la educación: el docente, los estudiantes, la investigación. En el trabajo se han de cuidar: las leyes laborales, las relaciones Estado, sector productor y sindicatos.

McClenald, psicólogo norteamericano en los años cincuenta, hizo evidente lo que ya venía sucediendo a principios del siglo XX, que las diferencias entre las naciones ricas y pobres tenían que ver no con las riquezas naturales, sino en las actitudes de sus ciudadanos.

Tener éxito es una necesidad que debería ser satisfecha por todos los seres humanos. La paz, la libertad y el amor se construyen y a su vez construyen a personas que tienen la posibilidad de crecer en todas sus facultades. Sin embargo, para lograr lo que se anhela se requiere batirse con el fracaso, y por fracaso hay que entender como la realidad que nos circunda. La realidad tiene sus factores de presión o exigencias y dos de las más importantes exigencias son: qué quieres y cómo lo quieres. Cuyas respuestas implican a la vez una serie de criterios, entre los cuales se incluye lo ético. Entonces, se entiende que éxito es el logro bien merecido.

Al precisar un poco en el ámbito de la educación, hay que señalar que a la sociedad y al Estado les corresponden renovar sus aspiraciones y retos con respecto a lo qué ha de hacer la educación con el éxito, como necesidad de los seres humanos. La garantía de seres humanos exitosos repercute en la misma existencia de la sociedad. Una sociedad cargada de ciudadanos carentes de logros es presa fácil de decisiones en los temas políticos, económicos, educativos, culturales y religiosos que los hundiría en la miseria humana reflejada en la corrupción, prostitución, delincuencia, o violencia generalizada, de lo cual hay muchas demostraciones en el 8O % de las naciones del mundo. Pero si por el contrario, existen más ciudadanos que vean satisfechas sus necesidades de éxito conjuntamente con la conciencia del bienestar colectivo mayor será el interés de éstos por ser mejores, el cual es un derecho irrenunciable.

Un rol importante en los jóvenes de muchas naciones es el que tiene que ver con el ser estudiante. Dentro esa realidad, en la cual desafortunadamente muchos jóvenes quedan por fuera, los estudiantes tienen las posibilidades de experimentar todo tipo de condición para comprender lo que tiene ver con el éxito. Estudiar para adquirir conocimientos que puedan ser útiles para la sobrevivencia y trascendencia personal y de la especie implica una actividad diaria que de una u otra manera irán moldeando a la persona del futuro exitoso.

En conclusión, todos debemos procurar porque nuestros jóvenes busquen las mejores fuentes de entusiasmo hacia el éxito no únicamente material, el cual es muy importante, sino también por el éxito como ciudadanos probos, con convicciones religiosas, cuyos sentimientos por el respeto a la vida propia y ajena sean su norte, donde sus comportamientos se orienten por la solidaridad, la justicia, el estudio y el trabajo.


"Para el éxito sobra el talento; para la felicidad, ni basta".
Camilo José Cela
(Escritor español y Nobel de Literatura)

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