miércoles, 20 de julio de 2011

Reflexiones sobre el papel de las notas y los exámenes

Antonio Pérez Villegas
20.7.2011
El artículo de Isaac Canales (1998) titulado Evaluación: más allá de las notas y los exámenes puede tomarse como uno de los tantos llamados de atención sobre lo que resulta ser una realidad de vieja data en el proceso educativo y es la referida a la evaluación. Esta realidad ha convivido con nosotros por tanto tiempo que también tiene su expresión en una frase que no ha perdido vigencia, en el caso de Venezuela, que emplean tanto los docentes, como los estudiantes y sus representantes, cual es: “diez es nota y lo demás es lujo”.
Véase por ejemplo cómo es tratado el tema por los adolescentes en la web:

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Fuente: Google
Estamos de acuerdo en admitir que la evaluación va más allá de las notas y de los exámenes, sin embargo, ello no ocurre así. La razón reside en considerar que la evaluación es tan sólo un proceso que culmina con la entrega de notas y la aplicación de exámenes. De allí que no resulta extraño que los mismos docentes manejen esta pragmática preconcepción, sin calcular los efectos que eso tiene en el proceso educativo que ellos intentan llevar a cabo.
Lapso a lapso y año tras año el proceso de evaluación en la educación formal se ha comprendido y ejecutado como el acto de entregar boletas, boletines, reportes de notas o constancias de notas, como producto de la administración de pruebas de conocimiento, en las cuales sólo se prueba lo que el estudiante recuerda.
Ahora bien, la evaluación es algo más que notas y exámenes. Esto es que la evaluación es un proceso sistemático con el cual se permite al estudiante y al docente determinar entre otros aspectos qué, cuánto, cómo y para qué ha aprendido el estudiante y en tal sentido hacer las adecuaciones pertinentes para ese proceso de aprendizaje.
Al respecto, Canales aporta nueve consideraciones acerca de la evaluación, éstas se refieren a la evaluación como una capacidad humana, un opción de vida, un juicio de valor, la valoración del otro en lo educativo, tomar decisiones, fijar criterios, obtener información de lo evaluado, característica formativa. Lo que en el ámbito educativo trae como consecuencia lo siguiente: fomentar la capacidad para evaluar y ser evaluado con libertad, ejecutar la evaluación, revisar las concepciones que se tenga de la evaluación, valorar con pertinencia y no sólo evaluar, fomentar el avance del educando, ejecutar decisiones proactiva con la participación del educando.
Ahora bien, por la importancia que reviste el tema y la forma como Canales lo ha planteado, nos parece oportuno seguir las sugerencias de la asignatura del Dr. Ruiz para resaltar los aportes del artículo del autor a ese permanente debate que se mantiene dentro y fuera del ámbito educativo. Para este propósito se ha tomado en cuenta aspectos como nivel educativo, escenario, descripción de la temática; vigencia, profundidad y pertinencia sobre los que trata Canales y un último aspecto, nuestra crítica a la posición de autor en torno al tema.


Nivel educativo

Al parecer Canales se inspira para hacer su análisis acerca de la evaluación en el ámbito de la escuela primaria y secundaria. Donde es muy evidente que “al final del año escolar la práctica evaluativa se pone en primer plano”. Y, esto último, es muy cierto en el sentido de que es a fin de curso o en el último lapso, como en el caso de Venezuela, cuando se reencuentran todos los actores, participantes o involucrados del proceso educativo. No hay más momento para ello.
En primaria y secundaria se inician y mantienen los ritos que harán tradición en lo referente a la evaluación. Los padres se muestran preocupados sobre el éxito escolar de sus hijos, los maestros y profesores están atentos a los procesos administrativos que implican administrar los exámenes y reportar las notas.
El autor presta atención a casi todos los niveles de la educación, sin exclusividad por alguno, pero uno nota, que su inspiración son los niveles de la escuela primaria y secundaria.
Sin embargo, consideramos que los mismos supuestos pueden ser analizados en realidades como la universitaria profesional y la de actualización como las maestrías y doctorados. Donde igual importancia institucional se le otorga a la nota final, a los exámenes. Éstos en forma de trabajos de grado o tesis. En otras palabras, la nota marca la pauta acerca del proceso educativo formativo sea de competencias o de actualización.
En los niveles superiores no puede haber diferencias con los inferiores, si aquéllos son el final de estos últimos.

Escenario al que se refiere el autor

La misma fiesta de las notas finales ocurre en las escuelas y liceos públicos y privados, en los barrios pobres que en las urbanizaciones de los profesionales. En otras palabras lo importante es la nota. La marca final de que se pasó por un proceso el cual sin importar los detalles arrojó un producto que termina siendo aprobado o reprobado.
Canales dibuja una realidad muy marcada en los países de poco y mediano desarrollo integral, como Venezuela, donde predomina y predominará por al menos unos treinta años más la formación para la competencia laboral. Parece decirse al final de una evaluación -sirve o no sirve para salir a trabajar- lo cual es una limitación. De hecho el autor precisa en su artículo la necesidad de “generar un cultura de la evaluación en la que desterremos la visión de esta actividad como manifestación de fiscalización, autoritarismo o represión en el sistema educativo”
Sin duda alguna que la cultura imperante en los escenarios de las escuelas primarias y secundarias de los países en desarrollo es contraria al legitimo deseo de ser naciones prosperas son desarrollo auto sostenido con base en todos los recursos materiales, las competencia humanas y otras fuentes de riquezas y estabilidad de las naciones.

Descripción de la temática

Canales plantea una serie de reflexiones acerca de unos tópicos que deben considerarse fundamentales o radicales acerca de la evaluación y lo cual hace de manera detallada para lo que suponemos es un público heterogéneo, que incluye a representantes, docentes, estudiante, investigadores y otros.
Va revisando uno a uno de los fundamentos, con el apoyo de su experiencia y conocimientos en relación al tema de la evaluación. En su análisis trata de describir la temática de modo familiar para los conocedores y los no conocedores. Lo que permite al lector confirmar lo que en algún momento pensó sobre el tema.
Su elección consistió en analizar supuesto por supuesto, con la puesta al descubierto de lo que subyace en cada uno de ellos. Con ello recrea el aspecto y lo resalta en su importancia con lo que es lo educativo.


Análisis sobre la vigencia, profundidad y pertinencia
del tema del autor

El tema que nos planea Canales es un tema muy vigente, pero a la vez muy viejo, esto significa que la evaluación es una realidad de la que como dice el autor se pierde “de vista la naturaleza y finalidad”, tan solo es objeto de preocupación por los actores del hecho educativo en tanto se ha de reportar de manera cuantitativa los logros alcanzados por los estudiantes y los esfuerzos del docente por tener todos los datos a tiempo para tomar decisiones con respecto a la aprobación o no de los estudiantes.
No es extraño con respecto al tema de la evaluación, que los diarios de noticias contengan artículos de opinión señalando una y otra vez, que la evaluación suele ser tratada sólo como una actividad asociada a la entrega de notas. Estos señalamientos son producto de las reflexiones que hacen los comunicadores sociales, los docentes e investigadores preocupados por darle realce al papel de la evaluación.
Casi a diario en las instituciones educativas los docentes y administrativos discuten sobre los inconvenientes que tienen con ciertos grupos de sesiones de estudiantes con respecto a la evaluación. No obstante, sólo queda en un mero intercambio de información que no trasciende. Cuando en realidad los docentes e inclusive los mismos directivos de los entes educativos debieran promover planes de actualización acerca de una mejor práctica de la evaluación.
Con respecto a la vigencia del tema que aquí se trata, póngase atención al siguiente material extraído de Internet:
Una reflexión interesante puede partir de la pregunta ¿cuál es el mensaje que transmitimos a nuestros hijos?, ¿qué estudien para obtener una nota:“15”, “18” ó “20”?. Si ésta es nuestra exigencia, les estamos dando la oportunidad para que ellos en su rebeldía adolescente pueden respondernos: “10 es nota y lo demás es lujo”. Podría ser más provechoso plantearles: Estudien para aprender, para desarrollarse, para prepararse. No estudien para obtener un “20”, sino para dar lo mejor de sí mismos. Sería interesante llevarlos a que se pregunten: Cómo me veo a mí mismo, ¿cómo una persona de “10”?; qué espero de mí mismo, ¿dar lo mejor de mí o conformarme con un poco? (Espacio familiar, s/f).
En otro contexto se tiene lo siguiente:
El alumno de hoy en día tiene por lema aprobar por sobrevivir cualquier asignatura, sin detenerse en ningún momento a pensar si se requiere o es necesario aprender realmente el tema que se encuentre estudiando, independientemente de la asignatura en cuestión, ya sea para su utilización en su futuro como profesional o como base para futuros estudios universitarios (Guerrero Maldonado, 2006).
En estas dos últimas citas en contextos diferentes, el primero una anécdota personal y la segunda, parte del planteamiento del problema de una investigación en Matemáticas confirman lo actual de la comprensión que se continua realizado de la evaluación. Lo que sin duda apoya la vigencia del documento de Canales sobre el análisis de la evaluación.
Con respecto a la profundidad en la que el autor del artículo trata el tema nos parece adecuado sobre todo en el sentido de que se plantea un objetivo, cual es “analicemos los supuestos que están subyacentes en toda tarea evaluativa”. En tal sentido el autor ahonda de manera amena y sencilla un análisis incitante para el docente, directivo, representante o investigador que lo lee, por cuanto da pie para que alguno de ellos confirme las propias reflexiones que en algún momento ha hecho, pero sin detallar la importancia que las mismas tienen hasta que Canales las resalta como ciertas, oportunas y adecuadas.
Canales pasa por alto hacer referencia alguna de la manera académica como se suele hacer, pero no por ello y este parece ser su objetivo, hacer pensar al lector acerca de una serie de aspectos, repetimos, son pensados por nosotros en alguno que otro momento.
Ahora bien, el autor da pie para que el lector profundice con ayuda de sus conocimientos, experiencias y cualquier otro recurso del que disponga, en este sentido consideramos que Canales es un incitador, para que la gente se motive o disponga con coraje a abordar por algunos de esos supuestos un cambio en la cultura en torno a la evaluación.
Pero, hay otro aspecto importante en lo planteado por Canales en su análisis y es lo que se refiere a la pertinencia del tema. Frente a una amplia bibliografía sobre la evaluación, este autor aporta una comprensión acerca de la naturaleza de la evaluación que no es muy usual, pero que sin ella no estaría completa a la comprensión sobre el tema.
Hace falta que algo como lo planteado por Canales se de a conocer, que no se quede en la mentalidad de un escritor, cuando la realidad es que, como ya se planteó, estos mismos análisis han sido tomados en cuenta por muchos docente, investigadores, planificadores y hasta representantes sin descontar a los mismos estudiantes.

Posición critica sobre lo indicado por el autor

Sostenemos aquí que la evaluación ha de ser una práctica reflexiva, tanto individual como colectiva, desde la educación primaria hasta la posdoctoral, sea en el sector público o privado, donde se involucre a políticos, planificadores, investigadores, docentes, estudiantes, administradores, directivos, representantes, medios de comunicación, fundaciones educativas, academias de ciencias, incluso escritores, historiadores y sectores religiosos.
La reflexión proceso intencional tiene por esencia la liberación espontánea de aquellos aspectos entorno a un tema, situación o cualquier otra realidad sin la cual no sería posible advertir. En el caso de la evaluación este recurso en las mentes de los docentes, estudiantes, planificadores u otros actores complementa las iniciativas que en evaluación ha de tomarse a diario, por lapsos, por años con altos o bajos recursos y el resto de las dimensiones de esta realidad educativa.
Por ejemplo, en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro de Edgar Morin (1999) publicado por la UNESCO se advierten los defectos de la educación que deben ser subsanados con mejor educación y es en primer saber el referido a “las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión” de donde admitimos puede iniciarse este proceso reflexivo de la evaluación que proponemos, como complemento de lo expuesto por Canales en su artículo.
En efecto, el artículo de Canales pone en claro esas distorsiones a las que también hace referencia Morin. Por lo que estamos de acuerdo en admitir que el educador ejerce su práctica evaluativa asumiendo una postura que varía de acuerdo a las diversas experiencias que ha tenido frente a ella, así como a la concepción educativa asumida y al contexto, vale pena considerar la necesidad de estimular el ejercicio de una práctica reflexiva de la evaluación, especialmente en esta época de cambios en el ámbito educativo.
Nos atrevemos a precisar lo importante que hubiese sido que el autor esclareciera el modelo epistémico a partir del cual elaboró su análisis, de manera que se diera espacio para un juicio tanto en lo paradigmático, como en lo metodológico en el abordaje de la problemática que no negamos, carece de respuesta efectiva en países como el nuestro, que como ya se ha visto se mantiene expuesto es las redes informativas, sin que exista una respuesta contundente al respecto. O por el contrario las respuestas que existen no son del todo conocidas porque pertenecen al ámbito académico.
Por otra parte, el Canales no hace sugerencias explicitas a lo que pudiera denominarse el evaluacionismo, esto es, reducir toda la actividad educativa a la evaluación. Tal vez, esta tendencia que es igualmente cultura por ser una práctica sin cuestionamiento, es la que explica esa manera de referirse de los padres y estudiantes, de que lo importante es aprobar, no tanto aprender. Este aspecto ha de tenerse en cuenta por quienes planifican e investigan acerca de la evaluación.
Con respecto al término evaluacionismo el mismo no es objeto de discusión entre las innumerables monografías que se publican en Internet. Lo que nos hace pensar acerca de la existencia de una práctica generalizada consistente en explicar el interés por aprobar, como causal de la desnaturalización del papel de la evaluación junto a otros factores dentro del ámbito de lo educativo. Por supuesto, que esto complica el panorama, en medio del deseo y la necesidad de cambiar en el estudiante, el docente, el representante que el aprender no ha de reducirse al elemento: nota.
Igualmente, importante resulta la consideración que pueda hacerse al nivel de desarrollo de los currículos que poseen los estudios de cualquier escalafón de la educación. Ello implica la coherencia que debe existir entre las políticas de Estado acerca de la educación con los planes y el currículo educativo. Porque nos permitimos especular que si no existe integración entre esos factores junto a otros como lo son: presupuesto, formación docente, planta física, lo que puede resultar es que la sociedad, representada en docentes, padres, directivos, estudiantes y diversas instancias educativas buscarán la mejor forma de adaptación y una de ellas es la conformación con la aprobación de los exámenes y punto.
Colomba, Chanes, Kern, Cevallos, Fosch y Wangler, C. (2002) plantean que “la evaluación debe ser fruto de una decisión y una intención institucional. Son muchas las prácticas evaluativas que se llevan adelante de manera cotidiana en una institución, aunque no todas sean sistematizadas u organizadas”. Con ello se puede deducir que el tema de la evaluación no acaba con una solución lineal. El tema por el contrario se magnificará con base en esa tendencia mundial, que aún no está agotada en las naciones de vías de desarrollo, de globalizar incluso hasta sus propios errores. Más explícitamente, visto que son crecientes las tendencias a las iniciativas propias por parte de cada de cada sector social, dentro del mismo sector educativo, el tema de la evaluación como lo señalan los autores que encabezan este párrafo se continuará ejecutando aún sin sistematización.

Conclusiones
A pesar de que la evaluación y la discusión que en torno a ella no acaba aún en los países con bajo desarrollo integral, la misma es una realidad educativa que no debe dejarse de lado, o como suele decirse y parafraseando al hecho político, la educación es muy importante para dejársela sólo a los educadores.
Lo anterior obliga a la reflexión y la acción, por lo que es oportuno el análisis que ha hecho Canales acerca de nueve de los más importantes fundamentos de la evaluación.
Reflexionar y actuar sobre la evaluación a partir de lo epistémico, lo ideológico, lo histórico, lo sistémico y todo lo que implique mejorar el proceso de evaluación y la reorientación que la sociedad debe tener sobre el tema.
Referencias
Espacio familiar (s/f) “Diez es nota y lo demás es lijo” Disponible en: http://www.espaciofamiliar.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=747:%E2%80%9C10-es-nota-lo-dem%C3%A1s-es-lujo%E2%80%9D&Itemid=321 Consultado el: 15.7.2011
Guerrero Maldonado, J. J. (2006) Proyecto de investigación acerca de la resolución de problemas matemáticos en ciencias sociales. Disponible en: http://www.monografias.com/trabajos33/matematicas-ciencias-afines/matematicas-ciencias-afines.shtmlConsultado el: 15.7.2011

Colomba, N., Chanes, G., Kern, S., Cevallos, M., Fosch, S. y Wangler, C. (2002) Evaluación, nuevas concepciones. Disponible en: http://www.monografias.com/trabajos11/conce/conce.shtml Consultado el: 15.7.2011

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